
El cataclismo de la industria discográfica, producido por las descargas gratuitas en la web, no se detiene. Porque junto a la eventual extinción de los CD, los nombres de quienes trabajan codo a codo con los músicos también desaparecerán.
El presagio podría materializarse en nuestro país gracias a la inminente llegada del iPhone y la recién inaugurada Apple Shop, que reflejan una expansión en el mercado capaz de volver a los consumidores cada vez más propensos a la compra de música on line. Lo cierto es que, en Estados Unidos, la manzanita está avanzando a pasos agigantados dentro de la distribución musical y, según señala el NY Times, las descargas pagadas ya aumentaron en un 34% a nivel mundial. Y afírmense porque se espera que para el año 2010 las ventas digitales de música ocupen por lo menos un 15% del mercado.
El formato MP3 es implacable con los que no se paran frente al micrófono y no hay cabida para el nombre del productor o los agradecimientos al aperrado roadie, a la polola o a los fans, pues sin un boocklet (o mini libro con carátula), los créditos se van a la chuña. El fenómeno está siendo advertido por algunos artistas como Mariah Carrey con su último álbum, que incluye un booklet en archivo pdf para descargar. Otros como Racounters o Portishead los ofrecen exclusivamente en formato físico, ya que iTunes sólo tiene disponible lo que las compañías discográficas le proveen.
"Al haber menos demanda las compañías podrían perder el interés en imprimir la información que puede ir contenida en un pdf . Eso puede convertirse, a la larga, en una excusa para dejar de incorporar la información con los créditos”, dice Neil Tesser, vicepresidente de la Recording Academy, institución encargada de velar por el trabajo de los profesionales de la música estadounidense. La preocupación aumenta dentro del negocio, pero los entendidos como el mismo señor Tesser, aseguran que tampoco hay que comenzar a desesperarse. Para bien o para mal, a estas alturas, la cosa ya no para.
El presagio podría materializarse en nuestro país gracias a la inminente llegada del iPhone y la recién inaugurada Apple Shop, que reflejan una expansión en el mercado capaz de volver a los consumidores cada vez más propensos a la compra de música on line. Lo cierto es que, en Estados Unidos, la manzanita está avanzando a pasos agigantados dentro de la distribución musical y, según señala el NY Times, las descargas pagadas ya aumentaron en un 34% a nivel mundial. Y afírmense porque se espera que para el año 2010 las ventas digitales de música ocupen por lo menos un 15% del mercado.
El formato MP3 es implacable con los que no se paran frente al micrófono y no hay cabida para el nombre del productor o los agradecimientos al aperrado roadie, a la polola o a los fans, pues sin un boocklet (o mini libro con carátula), los créditos se van a la chuña. El fenómeno está siendo advertido por algunos artistas como Mariah Carrey con su último álbum, que incluye un booklet en archivo pdf para descargar. Otros como Racounters o Portishead los ofrecen exclusivamente en formato físico, ya que iTunes sólo tiene disponible lo que las compañías discográficas le proveen.
"Al haber menos demanda las compañías podrían perder el interés en imprimir la información que puede ir contenida en un pdf . Eso puede convertirse, a la larga, en una excusa para dejar de incorporar la información con los créditos”, dice Neil Tesser, vicepresidente de la Recording Academy, institución encargada de velar por el trabajo de los profesionales de la música estadounidense. La preocupación aumenta dentro del negocio, pero los entendidos como el mismo señor Tesser, aseguran que tampoco hay que comenzar a desesperarse. Para bien o para mal, a estas alturas, la cosa ya no para.
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