10/12/07

Nicolás Copano

Copano contraataca

En el colegio sus compañeros no lo soportaban. Hoy, a medida que aumenta de volumen, va superando su rating locura tras locura a vista y paciencia de los adolescentes que lo aplauden. Siempre tiene una idea en la cabeza y si llega a tener vacaciones no se separa del computador. Descansa trabajando ya que, por el momento, no tiene vida personal. (Perfil para Taller de Prensa III, agosto 2007, antes de la abrupta desaparición de Canal Copano)

Es domingo. Mientras muchos descansan o sueñan con tener algo más de tiempo para dormir , Nicolás Paolo Patricio Copano (21) insiste en su trabajar. Dentro de un mall lleno de ruido, a la hora pic del consumismo, él está tecleando en su computador y concretando por teléfono reuniones con famosillos, tipo Rafael Cavada, cuyo nombre vocifera a los cuatro vientos.
Saca la mirada del monitor para responder y chequear de vez en cuando cuántos andan a su alrededor, quién lo mira y quién no. Poco habla de lo que hizo el fin de semana o de lo cansado que podría estar y prefiere conversar sobre su juguete nuevo, el último MP3 que salió al mercado y que vino a reemplazar a su iPod, que -según confiesa, ya lo tenía aburrido. “Vengo de esa clase media que prefiere comprar libros en vez de tener un auto caro. Yo soy de comprar gadgets, porque eso me puede dar acceso otro nivel de contenidos, a entender a mi público y a mis clientes”. ¿Y que son los gadgets? Según la jerga de la generación digitalizada (esa de la que es prácticamente el fundador), son dispositivos pequeños diseñados para proveer información o mejorar la aplicación de una computadora. Y los clientes, son de la agencia Gou, la nueva invención de la “marca Copano”, destinada a idear y producir contenidos.
Comenzó su carrera de comunicador a los quince años, cuando recorría todo Santiago desde Puente Alto hasta El Mercurio en Vitacura para participar en los talleres de la Zona de Contacto. Se paseó por todos los escenarios sociales y eso lo inspiró a escribir más. Marcelo Ibáñez, actual editor de la Zona, recuerda que “la gente de esa época no le daba la pasada, por hiper ventilado”. Incluso lo echaron del colegio por una columna que escribió poniendo en duda los "métodos educativos opresores en base a anti valores vendidos con una cáscara valórica”, según recuerda el propio Copano.“Volvió dos años después con una carpeta de ideas bajo el brazo" -recuerda el editor. "Ochenta por ciento de las ideas eran basura, pero habían cuatro o cinco muy buenas. Era un adolescente hincha pelotas en un medio plano donde la mayoría de la gente no hace mucho y no propone".
En el colegio llenaba cuadernos con programas que inventaba para sus compañeros de curso y, según su amigo y ex compañero Alexis Reyes, Nicolás no ha cambiado nada. “Pinta monos, como siempre… andaba metido en todos los eventos, trataba de llamar la atención pero era rechazado por todo el colegio y le gritaban cosas”. Nicolás, recordando esos viejos tiempos recuerda que “pese a no andar vestido como bailarín de Axé, igual destacaba. Al menos mi opinión…”. Por eso la expulsión no le afectó ya que, según Alexis, era lo que en cierta forma andaba buscando.
“Es un buen amigo y juntarse con él es como vivir en una caricatura, con la tensión de no saber de que manera va a reaccionar o que se le va a ocurrir” dice Alexis, agregando que su partner es igualito a un mono animado al que, si se le cruza una idea por la cabeza, la sigue hasta el final. “El año pasado vio en la calle a una 'ex no-novia' (porque nunca lo pescó nadie). Era una de las niñas con las que estuvo obsesionado. Él iba en un taxi, paró en mitad de la Alameda y empezó a seguirla porque no la había visto en cinco años. Se escondía detrás de los teléfonos... Esa obsesión, también la tiene para trabajar”.
A pesar de tener el caracter de los que la siguen y la consiguen, casi nadie en el colegio le tenía fe y sólo los más cercanos pensaron que por ser de ideas fijas, terminaría logrando su objetivo: estar en vitrina.
Trabajador obsesivo
Le saca el quite a cualquier tema personal. Por eso cuenta que uno de sus mejores recuerdos es el primer sueldo que le pagó Nicolás Larraín en el 2002 por hacer los top five de CQC, donde estuvo 2 años hasta que los formatos preconcebidos lo hartaron y prefirió irse para empezar a hacer las cosas a su manera.
José Miguel Villouta lo presentó en Via X como el niño genio que a su corta edad analizaba demasiado por qué algunas cosas funcionaban y otras no. Luego vino Rolling Stone, FM Hit, Rock and Pop, el diario La Nación, y Chilevisión, con Duro de Domar y viajes semanales a Buenos Aires. Todo incluido.
Reconoce que t
anto en tan poco tiempo le anduvo inflando el ego. “Pensé que era joven e indispensable y al final me di cuenta de que no era así, a uno lo pueden echar todos los días, por eso hay que superarse”, señala. “Al final del día, es mucho más divertido Via X, donde están los amigos”.
No se cansa de repetir que estamos viviendo un momento histórico que hay que aprovechar, que las nuevas tecnologías permiten hacer cada vez más cosas y, a los jóvenes, la posibilidad de dudar que otros no tuvieron.
A los quince quería guiar a toda una generación, hoy está más tranquilo y preocupado de tener una posición honesta frente a las cosas. “No voy por la vida diciendo que soy un intelectual, fumando hierba con mis amigos ‘shúper’ locos que se visten ‘shúper’ bien” -señala. Quiere escribir libros y se declara conforme de tener unos 10 años de ventaja para hacerlo. Pero lo que no quiere dejar jamás es la radio. “Mi ilusión más loca es que en 10 años más, padres e hijos escuchen mi programa de radio, se rían y llamen”.
Su amigo Alexis no divulga que todavía se junta con él y se sienta a escuchar los comentarios de sus ex compañeros. “La mayoría dice que no le gusta lo que él hace, pero hablan con tanto manejo de información que se nota que ven el programa igual. Ahora siempre están pendientes, aunque no lo reconozcan”. Como dice Nicolás, hay que trabajar y rezar. A la larga le está resultando.

¿Quién soy?

Mi foto
Santiago, Chile
Periodista, a poco de titularme de abogada, dibujante innata y diseñadora de cachivaches varios por hobbie. Traté de ganarme la vida como periodista pero descubrí que es más sano estar al otro lado de la grabadora, escribiendo de lo que se me de la gana.